Santo Domingo. Son el futuro de la sociedad, pero se descarrilan desde temprana edad agrupándose en bandas en las que además de delinquir se pervierten en un mundo que gira en torno a las drogas, el sexo, el dinero y el satanismo.
Con edades que oscilan entre los 8 a 17 años, niños y adolescentes son reclutados por adultos para cometer robos, atracos, traficar con todo tipo de drogas y peor aun, realizar asesinatos por encargo.
Un promedio de 20 bandas juveniles han sido identificadas por la Dirección Central de Manejo de Grupos en Conflicto con la Ley (DCMGCL), las que operan mayormente en las barriadas de la zona norte de la capital, así como en las provincias Santo Domingo, Santiago, La Vega y San Francisco de Macorís.
Estos jóvenes mantienen en jaque a sus vecinos, a residentes de los diferentes sectores, visitantes a plazas y centros comerciales, y sobre todo a los agentes policiales que a veces no dan abasto para frenar sus acciones delictivas.
En el país, al igual que en otras naciones, estas agrupaciones se clasifican en pandillas de barrio, guerreras, barras bravas, manchas escolares y femeninas, cuyos integrantes desempeñan diferentes roles y rangos.
Según estudios de la conducta, el delincuente tiene rasgos peculiares que los caracterizan de los demás, resaltándose en ellos su impulsividad, el afán de protagonismo, el fracaso escolar, consumo de drogas, baja estima, falto de afectividad, agresividad, frustraciones y poco equilibrio emocional.
Además visten de una forma muy particular en los que sobresalen los colores rojo, amarillo y el negro; usan collares, brazaletes, anillos, guillos, pasamontañas, pañuelos, gorras y abrigos con insignias. Se reúnen mayormente en parques y en las esquinas de las calles.
Las drogas
El narcotráfico juega un papel preponderante en el mundo de los grupos delictivos, pues la comercialización de estupefacientes sirve de sostén económico a sus integrantes, quienes no solo venden la mercancía sino que la consumen.
El general Víctor Leonardo Burgos, que dirige la DCMGCL, dice que en el trasiego de narcóticos los menores tienen un papel estelar dado que son los distribuidores por excelencia.
A su juicio, los jóvenes son más peligrosos que los criminales adultos, pues son más dedicados a lo que consideran su trabajo: delinquir. Son utilizados como sicarios y según explica el oficial desarrollan los actos delictivos con mayor perfección.
¡¡¡Satanás!!!
La adoración al Dios de la noche se ha convertido en otra preocupación, pues se ha proliferado entre integrantes de las pandillas, quienes practican orgías en los cementerios y hacen sacrificios humanos.
Ante esa situación se están ejecutado amplios programas con las iglesias para que den apoyo espiritual a los jóvenes, tal como señala Julissa Mejía, encargada de la subdirección de prevención social de la DCMGCL.
Ese problema –asegura- se ha convertido en una gran preocupación que debe tocar no solo los corazones de los padres sino de la sociedad en sentido general.
Citó el caso de un bandolero que buscó ayuda en la institución, el cual les narró haber participado en cultos satánicos en los que dijo vio como mataban a personas en honor al diablo.
Mejía explicó que los integrantes de las bandas, además de delinquir, se están sumergiendo en un mundo oscuro anegado de drogas y muertes.
Satanismo y delincuencia
Van de la mano. Tal como lo describe el general Burgos, a los vándalos se les prohíbe visitar las iglesias, hacen orgías, ritos donde los juramentos los firman con sangre y toda clase de actos macabros.
Los mismos que participan en actos diabólicos son los que actúan en atracos, asaltos, asesinatos y cualquier otro ajuste de cuentas, el tercero o cuarto escalón del crimen organizado del narcotráfico encargado de distribuir las drogas en los barrios.
Precisó que tanto el satanismo como las pandillas han calado todas las esferas, pues no son un asunto exclusivo de los barrios marginados, ya que también en la clase alta y media alta tienen su cuota.
“Estudios e investigaciones hechas por profesionales de aquí han determinando que hay tanta incidencia en drogas, violencia y satanismo, en la clase alta como en los pobres”, apuntó.
La batalla
Como parte de programas preventivos la DCMGCL está visitando todas las escuelas del país para orientar a los estudiantes sobre las consecuencias de incurrir en actividades ilícitas. Además se desarrollan talleres en los clubes deportivos y culturales, así como en las iglesias.
“La familia es la primera escuela para prevenir la delincuencia juvenil, por eso los padres deben ser vigilantes, escuchar las inquietudes de los hijos, orientarlos e impulsarlos a ser hombres de bien”, concluyó el general Burgos al citar esa reflexión como uno de los métodos más efectivo de combate.
La etapa de la iniciación
Como cualquier organización o grupo social, las bandas tienen reglas que hacen cumplir al pie de la letra a sus miembros.
Un ejemplo de cómo funciona el hampa es la organización delictiva “Los Trinitarios”, que exige a su membresía ser valientes y no demostrar miedo en ningún momento.
Para su iniciación, los reclutas son sometidos a un período de prueba de 30 días, lapso en el que son vigilados hasta comprobar sus métodos y destrezas en la comisión de los delitos. Un líder y un miembro deberán servir como testigos.
Tienen que jurar a los 7 departamentos “respeto, paz, amor, dignidad, lealtad, decisión y valor, código de silencio, Dios está con nosotros”. Sus colores son rojo, azul, blanco y un pañuelo verde. Otras pandillas que operan en el país son "Sangre, Amor y Paz" y "Las Tacas".
domingo, 5 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario